Los mataron a quemarropa. Los cuerpos de los tres cayeron dentro del pozo. Dos murieron en el acto. Cuando les estaban arrojando leña para quemarlos, él pidió rematar con su arma al que aún respiraba. Sus superiores no accedieron. Estas siete líneas que forman parte de la declaración de un testigo que cumplió funciones en el ex Arsenal Miguel de Azcuénaga apenas permiten dimensionar las atrocidades y el horror que allí se vivieron. Testimonios e historias como esta comenzarán a ser desandados por primera vez en una sala de audiencias este jueves en el marco de la megacausa "Arsenales II-Jefatura II". Ocurre que durante la semana pasada se concluyó en el Tribunal Oral Federal local el abordaje de los casos de la ex Jefatura.
De acuerdo con los expedientes, dentro del circuito represivo montado en la provincia durante la última dictadura cívico- militar, en la Jefatura se habrían centralizado las detenciones ilegales ocurridas en el Gran San Miguel. Mientras que el Arsenal habría funcionado como un campo de "concentración y exterminio". Las fosas comunes de inhumación con restos de desaparecidos son una de las pruebas contundentes.
Uno de los últimos testimonios, precisamente, sirvió para vincular ambos centros y para ratificar lo que otros declarantes habían dicho: gran parte de los secuestrados eran alojados primero en la dependencia policial y, tras ser interrogados y torturados, definían el pase de alguno de ellos a la militar. Oscar Conte estuvo detenido entre mayo y septiembre de 1977. La mayor parte de su cautiverio fue en la Jefatura, pero estuvo dos semanas en Arsenales. Fue secuestrado junto a Marta y Rolando Coronel (eran padre e hija) , víctimas de la Megacausa (estaba circunstancialmente en su casa, porque estaba de novio con una prima de Marta). "A Marta la llevaron en un auto y con Rolando nos pusieron en una camioneta. El gritaba que no nos maten, que yo no tenía nada que ver. De pronto no se lo escucha más y sólo se siente un ronquido, como si no le entrara el aire. Es lo último que escuché de él", relató. Se cree que el hombre murió en ese momento y que ella falleció luego por las torturas. Ambos permanecen desaparecidos.
Conte se convirtió en el número 37 cuando llegó al Arsenal. Allí sufrió tormentos. Pudo ver y reconocer a desaparecidos. Durante su declaración en la causa Jefatura I (2010) aportó los nombres. También describió las formas de tortura y cómo era la organización de ambos centros.
Testimonios inéditos
"En Arsenales, todo será nuevo. Porque no hubo un juicio previo, como con la Jefatura", adelantó el secretario del TOF, Mariano García Zavalía. Explicó que ordenarán los testigos de un modo diferente. Los primeros que pasarán frente a los jueces serán los generales, que aportarán al contexto de los hechos. Allí estarían incluidos los peritos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que hallaron e identificaron restos en las fosas. Luego, seguirán los sobrevivientes de episodios de la época, que también darán este tipo de información. "Es probable que tras los generales, se efectúe la inspección ocular en el predio. Finalmente, abordaremos los casos particulares del expediente", detalló. Durante mayo se concretará la primera etapa de testimonios y en junio se visitaría el Arsenal. Mientras que los alegatos de las partes podrían escucharse después de julio y la sentencia, cerca de septiembre.
Luego de que concluya la megacausa, habría una seguidilla de juicios orales de casos más chicos. Entre ellos, el caso del secuestro y desaparición del ex vicegobernador Dardo Molina o la presunta usurpación de los terrenos sobre los que se construyó el pueblo de Capitán Cáceres.
Lo caracterizan como el mayor centro de exterminio del NOA
Antonio Domingo Bussi era el comandante a cargo de la V Brigada.
El centro clandestino de detención y exterminio más grande de la región estaba ubicado en una parte del predio de la Compañía de Arsenales "Miguel de Azcuénaga", sobre la ruta nacional 9 (Las Talitas). Dependía de la V Brigada, cuyo comandante era el represor Antonio Domingo Bussi. De acuerdo con los testimonios que figuran en la megacausa "Arsenales II- Jefatura II", funcionó entre 1976 y 1978. Hay testimonios que ubican al propio Bussi frente a los crímenes que se habrían cometido allí.
En el requerimiento de elevación a juicio de la causa, los fiscales federales ad hoc Pablo Camuña y Patricio Rovira, de la Unidad Fiscal de Derechos Humanos (oficina Tucumán) efectuaron una detallada descripción de su papel en el circuito represivo y de su fisonomía.
La caracterización está basada en los testimonios de sobrevivientes, los de personas que cumplieron servicio allí y en los informes de peritos judiciales. En la documentación, se afirma que a comienzos de 1976 comenzaron a ser llevadas allí personas detenidas ilegalmente en centros más pequeños como la Escuela Universitaria de Educación Física (Eudef), el "Reformatorio" o el "Motel". También eran transferidos allí quienes eran alojados en la ex Jefatura de Policía.
De acuerdo con la investigación, el acceso estaba a tres kilómetros de la entrada principal. El llamado "galpón N° 9"- que constituía el Centro en sí- estaba rodeado de alambre tejido. Dentro de ese perímetro había dos baños de material y tres casillas de madera que funcionaban como salas de tortura.
Las pericias dan cuenta de que en el galpón había alrededor de 30 o 40 celdas. Cada box (de madera y cemento) era pequeño y tenía un número, que pasaba a denominar al detenido. También constataron que hubo un tendido eléctrico hacia las casillas para proveer de energía a las picanas.
Los secuestrados eran sometidos a cruentas torturas para obtener información sobre su entorno y lograr nuevas detenciones. Los tormentos que sufrían los detenidos iban desde de la aplicación de descargas eléctricas o enterramientos hasta ataques sexuales. Las víctimas permanecían vendadas y atadas o encadenadas y rotaban constantemente. Según la investigación, era porque se producían fusilamientos masivos cada 15 días.
En el lugar habrían actuado militares y gendarmes.